Natalia Díaz es más conocida como @medianoche.tube por su canal en YouTube donde ofrece material audiovisual para concienciar y luchar contra la sobreexposición de menores en las redes sociales. Ayer, promocionó en Club FARO su libro «Protege a tus hijos de la sobreexposición en la red» (Harper Collins). En la presentación, subrayó: «Internet es un espacio donde los padres no hacemos ningún control. Ahí el control al 100% no existe».
La periodista de FARO Carla Mañas presentó a Díaz como «pionera en España de sharenting», entendido este como la sobreexplotación de menores en redes sociales al subir material y datos privados sobre ellos por parte de sus progenitores.
Preguntada acerca de qué puede mover a unos padres a compartir públicamente imágenes de sus bebés Natalia Díaz indicó que «el orgullo de una madre, por ejemplo, para mostrar al mundo su hijo pensando que todo el mundo es bueno».
Frente a esta idea, solicitó «no compartir imágenes de nuestros hijos; no sabemos en manos de quien puede acabar una foto».
Al respecto, explicó que «hay gente que cree que exageramos pero internet es un sitio donde reinan los pedófilos del mundo. Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya señala que el 72% del material incautado a redes de pedofilia son fotografías, de niños, normales y corrientes sin ningún tipo de connotación erótica o sexual que estos pedófilos consiguen de las redes sociales de los padres».
Díaz añadió que a través de programas de inteligencia artificial usan esas fotos para crear otras diferentes con contenido sexual. «Ahora puedes desnudar a la niña que quieras con IA, el programa lo hace solo y parece real», advirtió.
Recordó que les sucedió a unas niñas de Almendralejo cuyas imágenes fueron retocadas por un compañero para desnudarlas, lo que causa «un trauma» a las jóvenes. «Aunque no sea su cuerpo, la gente cree que lo es. Las fotos están rulando por la red», recalcó.
Natalia Díaz también habló de las madres y padres que hacen caja con los contenidos que realizan protagonizados por sus hijos. «Hay un negocio millonario en la red con los niños. Las marcas lo saben, suelen contratar a perfiles familiares que explotan a sus hijos. Los pequeños son utilizados como reclamo. En el teatro y en el cine está regulada la aparición de menores pero en las redes sociales no», indicó. «Es trabajo infantil no regulado; los niños ganan ingresos económicos elevados que van para sus padres y que no pasan por ellos», advirtió.
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Incidió en que esos pequeños «muestran su vida íntima» lo que supone «vulnerar su intimidad». Para Díaz, «hemos perdido el respeto hacia la intimidad».
Asimismo, alertó sobre la «visibilización» de las vidas de niños que presentan diversidad funcional. En este punto, llamó la atención sobre influencers como una famosa cocinera –cuyo nombre evitó pronunciar– que llegó a mostrar a su hijo con diversidad funcional saliendo de la ducha, al que pidió que mostrara su vello del sobaco a la cámara.
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«Eso es humillante. ¿Por qué lo hacemos con ellos? Le ha grabado cuando llora, cuando le regaña. Lo disfrazan de visibilización pero para eso no hace falta humillar a un niño», concluyó.
El perverso caso de las quintillizas exhibidas en 1934
Natalia Díaz (@medianoche.tube) es una activista en favor de los derechos de la infancia que lucha contra la sobreexposición infantil en las redes sociales. En su libro “Protege a tus hijos de la sobreexposición en la red” (Harper Collins) ofrece el contenido en 14 capítulos.
En el primero, parte de un caso real, el conocido como las Quintillizas Dionne. Fueron cinco hermanas nacidas en 1934 en una familia pobre norteamericana.
Ante la desesperación de no tener dinero para alimentarlas y criarlas, los padres aceptaron con un circo el exponerlas en la Feria Internacional de Chicago durante seis meses. La Cruz Roja lo evitó haciéndose cargo de las pequeñas durante dos años.
Sin embargo, el doctor que las atendió al nacer comenzó a explotarlas. Construyeron una mansión con un pasillo donde las niñas eran exhibidas ante turistas que pagaban entrada. «El espectáculo iba unido a sesiones interminables de fotos y anuncios publicitarios», señala el libro. Las niñas nunca llegaron a disfrutar del dinero que generaban.
De mayores, reclamaron esa cuantía pero se encontraron con que había sido esquilmada. Lograron que el Estado les otorgase una pequeña compensación.
«Pensamos –apunta la autora– que sería imposible que volviera a suceder. Sin embargo, la historia lleva diez años repitiéndose delante de nuestras narices y no nos hemos dado ni cuenta. Las quintilizas Dionne fueron las niñas influencers de los años 30».
Ahora, en vez de exponerlos en un circo, señala, se hace en las redes sociales, «sin que los niños sean conscientes de ello y gratis para el espectador. Como un programa de telerrealidad».
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